
EL DÍA DESPUÉS... en la distancia, sólo puedo decir una cosa: por sus actos les conoceréis. Y eso lo decía mi madre, pero también Jesús, así que poco hay que añadir. Después de cuatro años nefastos el colega Rodríguez sale reelegido... lo peor de todo es que es más culpa de la oposición pepera, que no sabe venderse, ni vender estos cuatro años en los que España ha retrocedido en todo, sobre todo en libertad, que del propio PriSOE, con Z a la cabeza... hoy más que nunca, iba yo de peregrino.
Cada nación tiene el gobierno que se merece (Joseph de Maistre)
A lo que iba. Aunque me podría marcar varias entradas hablando del tema y acordándome de la estirpe de zETAp, Rubalcabra y de la Vogue... La primera entrada sobre el país me quedo larga, pero escasa. Me reafirmo en lo que dije, vaya país de contrastes en el que me he metido. El otro día viví lo que aquí llaman un “eclipse de nube”. La oficina tiene cristales tintados, así que no es que entre mucha luz, que digamos, pero de repente nos quedamos “un poco más a oscuras”. Había un par de nubes cuando vine a currar, pero la cosa se puso seria: en apenas un par de minutos se cerró el cielo con unas nubes negras como el carbón (ver foto adjunta de la Plaza de Simon Bolivar), se fue completamente la luz y se puso a jarrear de una forma A-CO-JO-NAN-TE. No se veía el edificio de enfrente.
Resulta que llegué en “verano”. La época sin lluvias aquí es diciembre-enero, es decir, cuando hace buen tiempo es en esos meses, por lo que es cuando la gente se va de vacaciones y lo llaman verano. De hecho, aquí llueve MÁS QUE EN HOLANDA. Salimos de Guatemala para entrar en Guatepeor... De normal por la mañana está despejado y hace solecito, así que salgo de casa sin sombrilla (aquí no diferencian entre paraguas y sombrilla) pero con gafas de sol, y vuelvo con las gafas, claro, pero bien empapado... se pone a jarrear a lo loco en medio plisqui, es de locos.
En fin, si me hice al tiempo de Holanda me haré a la lluvia bogotana. Y sin haberlo pensado me ha salido un pareado. A otra cosa... me he cogido una play2 con mi flatmate. Lo teníamos pensado desde el principio, así llenamos las tardes y tal, pero ya por fin fuimos a por ella hace una semana. Pasamos por un centro comercial, Unilago, que sólo tiene historias de informática. Tropecientas tiendas de lo mismo. Y en cada una de ellas una gachi en la puerta que te dan ganas de comprarlo todo... pero consolas no había. Bueno, había, pero más caras de lo esperado.
En tienda normal, la play2 vale 450.000 pesos. En Unilago 490.000 con chip y 3 juegos (al loro, que en la tienda normal también viene con chip, ahí es nada). En San Andresito, play2 + chip + dos mandos + 17 juegos (Pro incluido, of course) + tarjeta de memoria sale por 300.000 pesos. Encima regateando, menos mal que Eli nos acompaño.
¿San Andresito? Pues un chollo, oigan. Un polígono a las afueras de la city en la que todo, repito, insisto, TODO, está sin impuestos, y normalmente viene de contrabando, así que está tirado de precio. Además que hay de todo, repito, insisto, de TODO. Tengo que volver... el nombre le viene de la isla de San Andrés, en el Caribe, a 700 km de Cartagena y sólo 70 de Nicaragua, pero aun así es territorio colombiano. Hace años le dieron el status de zona franca, así que allí no hay impuestos, pero con todas las de la ley. Los de Bogotá se supone que son ilegales, pero hay tanta plata metida, y de orígenes tan variados (droga, guerrilla, politicuhos, famosotes, ... ), que la DIAN, la Hacienda colombiana, se pasa de vez en cuando, a ver qué tal marcha el tema.
Pues eso. Con lo del San Andresito quiero indicar dos cosas. Primero, la picaresca colombiana. Se nota que son descendientes de españoles, que manera de esquivar a Hacienda, tienen una cintura que ni Pelé, oigan. Lo segundo es la doble moral que se gastan, ya que todo el mundo es como muy correcto pero quien puede hacer la trampa la hace, más heavy aun que en España.
No sé, supongo que es parte de su encanto. Aquí hay que andar con pies de plomo, pero no más que si te metes en Gran Vía un sábado por la noche, que tienes que meter la cartera, móvil y demás en los bolsillos delanteros de la cazadora.
Esta que llaman por ahí Fortuna es una mujer borracha y antojadiza y, sobre todo, ciega, y así no ve lo que hace, ni sabe a quién derriba (Cervantes)
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