Jurassic Park de día, Soy Leyenda de noche - Mar Moreno Salazar, Tayrona, Colombia, 2008
Y tiene toda la razón del mundo. El
Parque Nacional Natural del Tayrona es una reserva natural, como su propio nombre indica, en el departamento del Magdalena, cerca cerquita de Santa Marta. Se llama así por los pobladores precolombinos de la zona, los tayrona, dentro de la familia de los
Chibcha. Ahí queda eso. El que quiera más
chibcha que pinche el enlace y se entera de todo lo que pasó por esos lares cuando llegaron los españoles.
Hace ya casi tres meses que Mar y Chema se dejaron caer para hacerme una visita. Pero no había terminado de contar el viaje, Tayrona fue nuestra última parada. Después de un poco de historia en Cartagena, tocaba ver un poco de naturaleza virgen. No dudo que otras partes del mundo sean más virgenes, pero por ahora el Tayrona es de lo menos manipulado por el hombre que he visto. Tanto que para llegar hasta nuestras cabañas hay un camino que es básicamente pedra arriba, piedra abajo, completamente enlodado. se puede hacer a pie y a caballo, y de hecho casi toda la gente que va a acampar lo hacía a pie, pero poco me faltaba para que Mar me matase... además que lo de los caballos es bien divertido. Mar y yo nos echamos una carrerita, Chema tiene el video, ya podías subirlo a Youtube o algo.

Otro signo de poca civilización es que el restaurante de la zona de cabañas nunca tenía lo que pedíamos. Esa misma tarde pasamos por el chirngo de la zona de acampada, y no sólo tenía de todo sino que era mucho más barato... la cerveza Águila (nada que ver con la española) a 1500 pesos... y baraja española... ¡pues ahí que nos afincamos!
La reserva es espectacular. Pura selva pegada a la playa, y, aunque suele haber nubes el sol pica y hace calorcito. De ahí lo de
Jurassic Park, los paisajes son muy parecidos a la isla de la película, las playas, sin ser las del caribe, son espectaculares y la cercanía de la selva (Mar dice que ya no me hace falta bajar al Amazonas) hace que parezca que te va a saltar cualquier bicho desde el arbusto más cercano (aparte de llenar el sitio de insectos...). Además que había cada bicho... lagartijas azules, sapos gigantes, un estupendo saltamontes que decidió subirse a mi espalda y no tenéis ni idea de lo que pesaba... si te metes más en la selva se suponque que hay más fauna, pero nos dedicamos básicamente a la playita.

Precisamente el tema de los insectos justifica la otra película, Soy Leyenda. Para quien no la haya visto, trata del pobre will Simth que está más sólo en NY que Zapatero en las cumbres de la ONU. El pobre tiene que hacer todo de día, porque de noche salen los zombies y se lo quieren zampar. Bueno, más bien infectar y unirle al clan. Pues bien, en Tayrona los bichos molestan lo justo de día, pero de noche es mortal, porque acuden a la luz, como bien es sabido. Así que de día paseabamos por la playa y/o selva, montabamos a caballo, hicimos una visita (frustrada) al spa... y antes de que anocheciese había que irse rápido a la cabaña, a ducharse, cambiarse y demás. que si no se nos llena el espacio de bichos y nos comen.
Salimos devorados por los bichos, sobre todo Mar. La experiencia es interesante, el parque una maravilla y los bichos un infierno, menos mal que sólo reservé tres noches. Porque de esas tres noches Mar no debió dormir nada, y mira que nos dejamos un bote entero de repelente y que teníamos un cacharro de esos que hacen un ruidito que (se supone) espanta a los mosquitos.
Por aquello de que si algo puede fallar, fallará seguro (Murphy dixit), al tener que cambiar el vuelo Madrid-Bogotá por deasjustes de Air Plus, yo tuve que cambiar la vuelta desde Santa Marta. así que la última noche madrugamos como campeones para que Mar y Chema empezasen su periplo de vuelta a España: caballito en la puerta de la cabaña a las 6 de la mañana, taxi en la puerta del parque a las 7, a las 9 nuestro avión desde Santa Marta (lo menos parecido que he visto a una aeropuerto en mi vida), unas horitas de espera en Bogotá hasta que salía su vuelo a San José de Costa Rica, donde esperaron también otras horitas, como no, y por fin se marcaron el vuelo, está vez contra el tiempo, hasta Madrid.
No hay más que ver la cara de Mar frente a un poster publicitario del Tayrona (se descojona) para saber el estado lamentable en el que volvimos a Bogotá.
Pero mereció la pena, que llevaban tres meses sin verme. Y otros que llevamos ya...
Al sur del Orinoco, los mosquitos usan lanza y los pájaros cagan flechas (Ícaro, de Alberto Vazquez-Figueroa)