
Esta vez la entrada no es mía, es de Luchi, resistente (que no residente) en Bogotá (ver enlace a su blog abajo a la derecha). No puedo estar más de acuerdo, me he visto casi obligado a publicarla yo también:
Sentido común
Reconozco que soy una ferviente admiradora de algo tan rancio como las normas de educación. Me fascinan los registros, tanto lingüísticos, como comportamentales.
Me gusta conocer dichas normas, y también transgredirlas cuando la macarra que hay en mí necesita quejarse. Y por eso, en general, respeto que cada quién haga con ellas lo que quiera. Pero hoy necesito denunciar algo.
Señores, existe un conjunto de normas de conducta social que más allá de los protocolos, apelan al sentido común. Por ejemplo, eso de que hay que dejar salir antes de entrar. ¡Millones de veces habré oído esto!
Desde que estoy en Bogotá, todos los días aparece como un murmullo en mis labios, repetido de forma enfermiza como un hechizo, o un rosario de súplicas. Todos los días, y varias veces al día. Ha sucedido tantas veces en estos meses que ya es una imagen sintetizada en mi cabeza, como lo son las de las pesadillas recurrentes.
Estoy en el hall del edificio donde trabajo, espero que alguno de los tres ascensores abra sus puertas. Como un locutor en una carrera, varias pantallitas se chivan en rojo de cuál será el elevador que llegará antes. Mientras, varias personas se van acercando a las entradas de los elevadores. Se van apelotonando trabajadores, repartidores de cafés o comidas, mensajeros, técnicos del edificio, personal de seguridad... Y forman una masa compacta frente al rectángulo de la pared que se abrirá primero.
Yo me aprieto cada vez más contra la pared opuesta. Y si estoy acompañada susurro un "subimos en el próximo".
Las puertas se abren. El ascensor llega cargado de mensajeros, de trabajadores de las oficinas, de repartidores de cafés o comidas, personal de seguridad, técnicos del edificio... Es entonces cuando se produce el caos.
Los de dentro apenas se dejan salir unos a otros. Son un bloque de personas con los cuerpos todos juntos, todos mirando al exterior en la misma posición, y todos con un mismo objetivo: salir del ascensor, el primero si es posible.
Los del hall esperan. No están tan pegados como los otros, pero sí hay contacto entre ellos. Son más que los de dentro, y les miran de frente. También tienen un objetivo: entrar en el ascensor, lo antes posible, para no quedarse en el hall a esperar el siguiente ascensor. Son adversarios ofensivos, y mucho más feroces. No importa empujar, colarse de forma descarada, o taponar totalmente el acceso al ascensor desde la primera línea de avance. No importa tampoco impedir el paso a los de dentro, ya que la máxima es no perder el puesto que se ha ganado durante los minutos de espera.
Dejad salir antes de entrar, coño.
Espero que no me cobre derechos de autor... está rumiando otra entrada que dará que hablar y que yo parafrasearé en cuanto la vea... para algo estoy colaborando.
Me quito el cráneo (Andrés Vegas Díaz, Mr Varsovia 2008, también conocido como Rey del Mundo)
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