martes, 17 de junio de 2008

Lo prometido es deuda

No había terminado de indicaros que Luchi estaba rumiando una nueva entrada que iba a dar qué hablar y la tronca ya se había puesto manos a la obra. Con la inestimable colaboración de Daniel Samper Pizano, colombiano afincado en España, y del que no sabemos nada de ná, más que le flipa tanto como a nosotros, pobres españoles resistentes en Bogotá, la degeneración onomástica que se está produciendo en Colombia, como puede leerse en el artículo que se adjunta.

Aviso: este post puede herir sensibilidades


¿Cómo se llamarán?

Después de ocho meses, la estupefacción sigue siendo la misma cuando conocemos a alguien y nos dice que se llama, por ejemplo, Leydi, o Lady, o Ladi. Y es que, los nombres en Colombia, no tienen desperdicio.

Imaginad que os llega un mail firmado por Yovany, Heiddy, Maritza, Diosa, Jeiver, Yazmin, o nuestro favorito: Usnavi. O que conocéis a alguien en un bar y resulta que se llama: Astrid (pero con acento en la i), Brisna Neira, Edwing, Eliana, Elysie, Jairo, Jhon o Yon, Martha, Mélida, Narda, o Plinio. Son sólo algunos ejemplos que han provocado risas y en ocasiones carcajadas entre los españoletes (denominación de origen por la que nos conocen por aquí).

Y, en medio de esta fascinación mía por las rarezas, me encuentro con un artículo fantástico, escrito por un colombiano:


"Yo había oído acerca de colombianos de las nuevas generaciones que fueron bautizados por sus padres con nombres extranjeros similares a Usnavy (que traduce Armada de Estados Unidos) o Westinghouse (conocida marca de electrodomésticos). Me pareció divertido, pero nunca lo tomé en serio. Ahora, cuando buscaba otra cosa, he podido conocer las listas de inmigrantes colombianos a España y descubrí que, al lado de los nombrecitos que se han tomado por asalto la vida real, Usnavy y Westinghouse parecen personajes del Quijote.

De pura verdad: se está cometiendo un cataclismo con los onomásticos colombianos. Influidos por la televisión y la prensa, mis compatriotas se han dedicado a nombrar a sus hijos y nietos con una ensalada de inventos angloides, nombres extranjeros mal copiados, ensamblajes de letras de apariencia foránea (X, Y, W, H intermedia, K) e insólitos homenajes a figuras efímeras de reinados de belleza y el mundo del deporte.

El resultado parece gracioso –y lo es– pero también es triste. Un mal entendido afán modernista impulsa a estos despistados padres a castigar a sus pobres hijos con nombres absurdos que, a la postre, les complican la vida, los ridiculizan y atascan los computadores: si hubo que reducir en el alfabeto castellano la ll y la ch por mandato de la informática, imagínense los extravíos y dificultades que presentarán estos nombres de ortografía peculiarísima, caprichosa y variable. Una Y que le falte o le sobre a Yesmystania y dejará de figurar para siempre en el censo.

Algunos ejemplos (mis favoritos resaltados):

Alterego (digno de cita con Freud)
Ardexon
Bressman
Davir Estiuar (con esta ortografía)
Dioseidi
Doriangrei (si Óscar Wilde viviera, no habría permitido que el personaje del famoso retrato se usara para golpear así a alguien)
Dubermay
Edimerki (homenaje a un ciclista europeo que nunca lo supo)
Elimec
Eisenjouer (¡Eijueldiablo!)
Espidy (sí, como Speedy González, el ratón de dibujos animados)
Exenover
Frankeinelty
Gislayner
Guiller Norvairon (menos mal es compuesto)
Haroleder (como don Harold, que era de apellido Eder)
Howard (pero, como es apelativo extranjero, le dicen por el segundo nombre: Navitfagith)
Jarley Estiven
Jhovainer
Jedhiar Nei (el irresistible encanto de las haches intermedias)
Kipler Fenerson
Parsifal (¡lo que puede un padre aficionado a la ópera!)
Quillerkid (en inglés, Niño Asesino)
Rasmilly
Resembrin
Seudix
Tiamefred
Venezolan
Wasminton
Willisford (dos marcas de automóvil distintas, una sola persona verdadera)
Wolkman (podría haber sido Hi Fi, o Equipodesonido, si el bebé hubiera sido un poco más grande)
Yilton
Yujad Alexis
Yuryin Albrin

No se rían. Asistimos a una devastación cultural. Una lengua no está compuesta solo de verbos, artículos, pronombres, conjunciones, proposiciones, adverbios y sustantivos comunes, sino también de sustantivos propios. De nombres. Pregúntenle a un novelista y les dirá hasta qué punto sufre un escritor para procurar a sus personajes nombres creíbles, reveladores, sonoros. Al tolerar el estallido de Yorfadys, Excimireys, Jonjilmeres y demás (todos los anteriores, insisto, son nombres de colombianos que viven en España), se está atentando contra la textura cultural, el espíritu, la estirpe y el casticismo de nuestra lengua.

Algunos países exigen que todo niño que se registre lleve un nombre propio de su idioma (antes, la Iglesia pedía un nombre del santoral, pero proliferaron los Ciriacos, Basilisas y Anastasias). Colombia debería estudiar alguna medida para racionalizar los nombres que portarán esos niños que han de ser el futuro de la patria, gloria misión contra la cual conspira la onomástica extranjerizante.

La libertad de los padres no puede llegar hasta el punto de descargar sobre sus vástagos semejantes gracias. Una cosa es nombrar un hijo, y otra es la afición a jugar con letras y palabras: que saquen crucigramas, hombre, o que aprendan Boggle, pero que no conspiren contra los indefensos muchachitos. Así como les está prohibido a los taitas apuñalar la oreja de un hijo por razones religiosas, sin que eso se entienda como un atentado contra la libertad de la familia, también debería estarles prohibido apuñalar el patrimonio espiritual del guámbito con un Wasminton, una Idirley o una Mitzidiane.

Entre una pequeña restricción destinada a defender los nombres castellanos y el formidable atropello que se perpetra contra la tradición, la prosodia y la fonética de nuestros nombres, es menos grave aquella."

Artículo: "Postre de Notas: ¿dónde se metió Brialeth?", de Daniel Samper Pizano


A mí, qué quieren que les diga, me asusta pensar en las posibilidades futuras si continúa esta tendencia absurda de nombrar a los niños según modas. ¿Cuáles serán los inventos del futuro? ¿Facebuks, Guguels, Aipods y Nokias? ¡Qué miedo!

Gracias, Rafa. Por tu ayuda, absolutamente imprescindible porque a mí ya no me conectan dos neuronas, a la hora de recopilar nombres. Y sobre todo sorprenderte tanto como yo con cada uno de ellos.


Un placer, por la parte que me toca. No es ni medio normal lo que le estan haciendo los padres colombianos a las generaciones futuras... En cada llamada que hago me toca repetir: Perdone, ¿me deletrea eso, por favor? No digamos ya cuando concierto una cita entre una empresa española, le comento al responsable el nombre de la persona a conocer en la empresa colombiana y me suelta un sonoro ¿estarás de coña?.


Añado ideas a los futuros nombres colombianos: Estarbucs, Aironman, Suach, Chelsi, Deivid Becan, Anyelina Yoli, Jaus, Greis Anatomi... y asin sucesivamente.

¡A la orden!

Yo no quiero juguetes que me enseñen a matar, yo quiero ser autodidacta (Miguelito, Mafalda – Quino)

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